sábado, 2 de febrero de 2013

Un jueves diferente

La vida parece más vida cuando golpea el alma en forma inesperada. Sin apuro, sin buscar demasiado, cuando la quietud inunda, cuando sobrevive sólo un ligero alerta en la mirada, el oído y la piel. La Feria de Artesanos iluminada estaba allí.

De la mano del artista, que extrae de su propio cuerpo los secretos de lo sublime, me llega la obra más bella. Tan bella como el corazón de su autor, no puede ser de otra manera. 

Hoy ha ocurrido lo que es irrepetible. Fue un jueves diferente. La música silenció todos los ruidos. Se hizo oir, se hizo emoción, se enlazó a imágenes que fueron realidades. Nunca es nueva la emoción. Sólo el artista puede robar el hoy para llevarlo a lo ya vivido. El artista es el Señor del Tiempo.  

Fue un jueves diferente. Un banjo abrazado a su dueño, solitario y soñador, abriendo puertas sonoras hacia mi escondido ArcoIris, mi inaugural SuiGeneris y los rostros del amor.

Aladas manos sobre una guitarra, un melancólico violín y un piano armonizaban sonidos que volvieron a unir lo disperso. Infiltraron mi cuerpo de un pasado perdido, de reminiscencias a PinkFloyd, a colores y aromas de calles parisinas, a un antiguo blues y a un más lejano rag.

También fue un jueves en tiempo de tango, de instantes porteños al estilo del lánguido SanTelmo. Tuvo ese no se qué -¿sabe ud.?- que me trajo su voz y el ceño fruncido de su rostro austero. Su paso milonguero en el momento justo. El bandoneón que abre el fuelle insaciable y el compás que guarda el secreto de tantas emociones.

Y por fin, en ese jueves diferente, la joven titiritera, creando con su sólo movimiento, la vida en su escuálido personaje y su valija. El deseo de la artista, envuelto en música de organito, crea el alma. Es como Dios, hace su obra a imagen y semejanza. Sólo basta que haya una mirada, un oído y un corazón que lo reciba y el milagro se produce. Las palabras y las lágrimas vendrán después.
 

2 comentarios:

  1. Los artistas Caléndula, poetas, filósofos, escritores, artistas, pintores, escultores, incluso ajedrecistas, literatos o arquitectos, etc. tenemos esa relación directa con lo simbólico, somos en parte esos simbolizadores de lo imaginario lacaniano, esos esquizoides que tenemos si no la verdad, que cada uno tiene la suya, y lo importante no es ella sino la intención última de las cosas, tenemos, digo una relación con el saber directa, no necesitamos como hace el del discurso capitalista o del amo, utilizar a otro para conseguir nuestras verdades, nuestras intenciones, o mejor, el saber, sino que nos adentramos como ese tango que nos dice más de lo que sus veinte o treinta versos pueden albergar dentro de su contenido en el papel, nos dice todo el saber del mundo en la combinación de dos palabras o cuerdas de un violín o de una marioneta que es escuchada, nos hace no dioses sino partícipes de la consciencia universal, de sentirnos uno con Dios, y muchos con todos, y en el medio sentir el misterio de lo innombrable.

    Bien, me ha encantado Caléndula tu artículo, una prosa poética y muy platense, muy argentina y universal, de persona que ha sufrido, que ha amado, que a gozado y que desea. De persona entera, y digna.

    Vicent

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  2. Gracias por compartir las riquezas y maravillas que tenemos en el mundo y no siempre somos capaces de ver, la belleza de tu visión y tu forma de expresarla es grandiosa, universal, alta y profunda, gracias.

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