jueves, 17 de octubre de 2013

Devaneos de un desvelo

Esa inquietud, siempre esa inquietud. 
La que no se aquieta. 
No es hoy, siempre fue la inquietud. 
Ni es la forma ni el contenido, ni la potencia ni el acto, es otra cosa.
Es un modo. 
Es un algo que excede. 
No es una cosa ni la otra, es algo más. 
Es lo que desborda y a la vez, lo que el alma aprecia. 
El alma, así, sin adjetivos, el alma del que la tiene. 
Del que no la ha perdido. 
Del que sabe que es el álito de la sobrevivencia en este mundo,
sólo uno de los posibles. 
Del que mira una imagen y la ve recortada en una tela. 
Del que escucha a los pájaros y los traduce a melodía. 
Del que ve una piedra y descubre su contorno. 

Los que sobreviven son los que encuentran el camino de los cielos.
En los confines de sus mentes. 
Los que pueden viajar a ignotos lugares sin salir de su morada.

Todo ello y algo más es la vida humana. 
No un transcurrir sino un significar, un interpretar, un inventar.
Es un creer, una ilusión, una mentira vital. 
El engaño es lo esencial de la vida. 
Y cuando cae el engaño viene el dolor. 

El que escribe se sabe inventor de engaños.
Fabulador del mundo y de la vida,
sólo una de las posibles.